jueves, 6 de diciembre de 2012

BUSCANDO "ASÚCA" DESESPERADAMENTE




Share/Bookmark

De nuevo una anodida y soporífera tarde, gélida como la mano del doctor que te ausculta en una consulta, prometía unas horas venideras cargadas de insulsos comentarios de pasillo, aburridas caras de cumplidores visitantes y familiares, y diálogos enconsertados, carentes de interés para un Paco Penas que veía su ingreso alargarse más y más en el tiempo...amenazando con cronificarse "ad eternum" si no lo remediaba algún avispado internista, capaz de solventar el complicado ovillo en el que se había convertido su historia clínica.
Es por ello, que Paco recibía con relativa alegria las visitas de su antígua némesis hospitalaria: su ex compañero de habitación (ahora enrolado a las huestes del "ejército de pijamas blancos" como celador) Zé Manué, alias "El Chori", mítico y legendario hijo de la Fen-nanda, colacaoinómano confeso y consumidor habitual de "sumos, menos el de malacatón", "hamburguezas del Fostín Jorlibú"...entre otros productos de curso legal. De los ilegales, mejor ni nombrarlos.
Aquella tarde el Chori estaba cumpliendo con su función como celador de la Tercera Planta consistente en decirle a los de UCI que estaba ocupado en Medicina Interna, y a los de Medicina Interna que estaba ocupado en la UCI...y si el que lo llamaba era el Supervisor...pueeees...entonces estaba ocupado llevando una analítica urgente al laboratorio...lo normal para un celador que debe ocuparse de dos plantas a la vez, alrededor de cuarenta enfermos en total de los cuales casi dos tercios son encamados. Como pueden comprobar una carga de trabajo perfectamente asumible para una cuadrilla de mulas de arreo, o de esforzados esclavos de las pirámides egipcias. Pero el presupuesto era el que era en ese Hospital desde hacía décadas, y no daba para más. Y si lo daba, desde luego no era el problema de aquella Gerencia en concreto, que bastante trabajo tenía con proponer protocolos, analizar protocolos, corregir protocolos, autorizar protocolos y hasta protocolizar protocolos, que como se diría al estilo de los pitufos, en lenguaje gerente sería algo así como: "Para que protocolicemos hay que protocolizar protocolizando protocolos". ¿Ha quedado claro?..¿No?...pues eso...lenguaje de gerentes, leñe...
Si a esto añadimos la especial "prestancia" y "afán de trabajo" del Chori, apaga y vámonos...
Así que tras otra dura jornada de ingresos, traslados, cambios de habitación, sondajes, extracciones, canalizaciones de vías, avisos a internistas de guardia, etc, etc...el personal de enfermería comenzaba a estar ligeramente cansado.
Comoquiera que Medicina Interna se encuentra dentro de un vórtice espacio-temporal en el que Las Leyes de Murphy se cumplen inmisericordemente día a día...el pastel ya estaba servido a falta solo de la guinda. Y esa guinda se colocó, cuando los enfermeros de planta de aquel día (Andoni y Karlos) tomaron las glucemias antes de la cena, y pusieron las dosis de insulina correspondientes para corregir la "generosidad de dulzura" en sangre de los enfermos diabéticos.
Pero el carro con las bandejas de las cenas, no llegaba. Pasaban los minutos, y seguía sin aparecer...ante la inesperada falta de alimentos, saltó la alarma: el carro de la comida se había quedado encerrado en el ascensor (pinche histérica y claustrofóbica incluída) y éste no funcionaba.
La magnífica e inigualable cuadrilla de mantenimiento, matrículas cum laude en "técnicas McGyver" no conseguían solventar el problema, y las insulinas comenzaban a provocar los primeros estragos...bajadas de azúcar a "tutiplén". Andoni y Karlos pusieron en marcha la "operación reparto de zumos" a discreción, contando con la ayuda de el Chori, que en ese momento descansaba apoyado en el mostrador del control de enfermería.

- Chori, llévale este vaso de zumo al 304-2...
- Ahora mijmito, Dioni....

A mitad de camino, los ojos del Chori hacen chiribitas al observar el néctar, y se bebe el vaso a hurtadillas.
Vasos y más vasos se apoyan en el mostrador, y entre todos intentan reanimar a los enfermos que se encontraban al borde de la lipotimia. Y la cena que no llegaba, y el ascensor que no funcionaba...y el Chori bebiéndose litros y litros de zumos, incapaz de ponerle freno a su zumoadicción. Hasta que extrañados por la falta de recuperación de los pacientes, Karlos "atrapa" a el Chori eructando con el inconfundible aroma del zumo de piña...

- Peaso de cabrón....tu no te estarás "jincando" el zumo, ¿verdad?
- ¿¿¿Yoooo???...Kal-lo, yo te uro por mi güela Zunción, que undibé la tenga zu gloria bendita, que yo no majincao na de na...ej que la Chana ma regalao una colonia con oló a fruta der bojque, ¿zabe?
- Te mato...- dijo Karlos mientras se quitaba el zueco con intención de lanzarlo a la cabeza del Chori, que ya corría que se las pelaba pasillo arriba.

Tras más de media hora de lucha, y unos doce litros de zumo gastados (la mitad de ellos en el estómago de el Chori), el personal de enfermería conseguía solventar la emergencia azucarera.
La cena llegó con dos horas de retraso y la pinche continúa ingresada en el psiquiátrico donde asegura que los platos y cubiertos la persiguen y las empanadillas frías quieren agarrarla para hacerle daño.
Nuestros héroes del día, enfermeros y auxiliares, jamás olvidaron la trabajera ocasionada por el ascensor...tampoco olvidaron al Chori (aunque éste todavía daría más guerra...pero eso es otra historia).
Se cumplió el deber, que es de lo que se trata.
En cuanto al ascensor...muy de vez en cuando vuelve a pararse.
Y para eso, fíjense ustedes....no hay solución.
Bueno, mejor no demos ideas a las mentes pensantes, que puede ser peor el protocolo que la enfermedad.