Aquella lluviosa tarde de octubre se estaba convirtiendo en un infierno para el personal de enfermería de Medicina Interna. Unas horas antes, las camas que habían quedado "liberadas" de sus ocupantes (unas por altas médicas y otras por "salvoconducto directo" a San Pedro), habían sido vorazmente fagocitadas por un saturado y extenuado Servicio de Urgencias, deseoso de desprenderse de un volúmen de pacientes próximo a un desastroso colapso del microsistema hospitalario.
De ahí que a partir de las 15h (hora del cambio de turno), se iniciara una frenética carrera contrarreloj para intentar "achicar agua" en la Observación que ya presentaba camillas en los pasillos a los que (como medida de "intimidad al paciente") se les brindaba unos indecorosos biombos raídos por el paso del tiempo.
Y en mitad de esa vorágine administrativa de "desvestir un santo para vestir a otro", los de siempre: enfermeros, auxiliares y celadores.
Uno de los ingresos, un sexagenario señor llamado Prudencio, quizás producto de las prisas por enviarlo a planta, llega sembrando de interrogantes la labor de la enfermera que en ese momento lo ha recibido.
- Es diabético... pero no le han puesto ninguna pauta de insulina, ni antidiabéticos orales... bufff... ¡ya empezamos!
Así que decide ponerse en contacto con el Internista de Guardia. Tras varios intentos fallidos (como siempre, el corporativo se quedó sin batería y a nadie se le ocurrió ponerlo a cargar todo el tiempo que estuvo avisando con sus "beeep", "beeeep" y su lucecita roja intermitente), por fin consigue comunicarse con él.
- Hola, te llamo de Medicina Interna... nos han ingresado en el 304-2 a un señor, Prudencio, que es diabético...y no tiene pauta de insulina.
- Ammm....¿si?... bueno, pues luego subo a ponérselo.
Tras casi una hora de espera, la situación se va complicando más. Los acompañantes de un paciente solicitan información médica... de nuevo, llamada de teléfono al Internista.
- Hola, de Medicina Interna... los familiares del 306-1 solicitan información. Ya les hemos explicado que su médico pasa sala por las mañanas y que ahora por la tarde queda sólo el de guardia...
- Pues eso... yo estoy ocupado en Urgencias, además no conozco nada de su historia clínica.
- Ya...pero la familia insiste en que quieren que venga un médico a hablar con ellos.
- Vale, vale...en cuanto pueda subo a verlos.
- Ah, y la pauta de insulina del 304-2, también sigue pendiente.
- Sí, sí...
Transcurre otra hora sin que aparezca absolutamente nadie. Los familiares, soliviantados, comienzan a presionar al personal de enfermería con lindezas como "porque yo testoy pagando a tí", "si fuera tu padre seguro que er médico estaba aquí hasunrato", hasta los amenazantes "como le pase argo zus vái anterá". Para colmo, Prudencio comienza a tener fiebre. Nueva llamada al Internista.
- Soy yo otra vez. El de la 304-2 está con fiebre y la familia del 306-1, al borde de la rebelión.
- Si no es alérgico, ponle un paracetamol IV.
- Si, eso ya me lo imaginaba... ¿y con la revuelta que hacemos? ¿Vienes a informar o llamo a los GEOS?
- Ahora subo...oye, la insulina del ingreso... que se me había olvidado.
- Hace un cuarto de hora que se repartió la cena... tenía 188 de glucemia, así que le hemos puesto lo que normalmente dejáis prescrito como pauta "estándar"... pero sigue aquí esperando a que algún alma caritativa lo deje por escrito.
- Vale, vale, ahora lo hago.
- Por cierto, el 308-1 dice que la pastilla que le han pautado esta mañana le sienta mal y que...
-...eso, que se lo arregle su médico mañana...
- Y el 311-3 quiere que le demos algo para dormir...
- Ya sabes..."barra libre" para todos.
- Ya...ya sé...
Por fin tras casi tres horas de espera, el Internista de Guardia sube a la planta, escribe la pauta de insulina y habla durante 34 largos segundos con unos dóciles familiares que al ver aparecer al médico han cambiado las caras agrias y los gestos amenazantes por amabilidad y comprensión sin límite.
Cae la noche...Basilio despierta y comienza a gritar sus interminables "Antoniaaaaaaaaaaaaa" que traen en jaque al personal y a más de la mitad de pacientes. Llamada de teléfono al Internista de Guardia, que tarda cinco tonos en cogerlo.
- ¿Ssssssssi? - con voz de sueño.
- Hola, te llamo de Medicina Interna... es por Basilio, que ya está con sus gritos.
- ¿Le habéissss... puesto algo? - suena un bostezo.
- Pues aunque es su quinto ingreso en dos meses y siempre está agitado por las noches, a nadie se le ha ocurrido dejarle nada pautado, fíjate que curioso...
- Vale...ummm...ponle....ummmm....¡¡ooooooAAAAAaaaaaaaAAAAh!!!...ponle...mmm....medioooo haloperidol....y si no se le pasa, le pones otro medio...y a partir de las 4 no me llames que le toca al otro internista, que él decida qué le ponéis.
- Ok...
Al día siguiente, la planta amanece como si fuera un campo de batalla...pacientes ojerosos que apuran hasta el reparto de los desayunos para conciliar alguna triste hora de sueño reparador, ya que Basilio se quedó dormido casi a las seis de la mañana.
En el despacho médico, una internista con melena alborotada, numerosos aspavientos y dando gritos, despotrica sobre las enfermeras de la planta:
- ¡Claro!...¡dormidos que están todos los pacientes! ¡es que el personal de enfermería se cree que son paramédicos y pueden poner la medicación que les salga de las pelotas! ¡A saber qué le han metido esta noche a Basilio para que esté tan dormido!
- Lo que dijo el de guardia - apunta una enfermera que pasaba por ahí.
- ¡Y una leche! ¡Que ya nos conocemos todos!
¡ Y tanto que nos conocemos!...pero como diría el sabio Don Anselmo:
"A nadie le huele su propia mierda...y si encima viene otro a limpiarte el culo, qué quieres que te diga: ASÍ DA GUSTO CAGARLA".
(Salud y Feliz The Cofia Day para todos)