martes, 11 de mayo de 2010

EL RETORNO DEL INTERNISTA DE GUARDIA


Quién le hubiera dicho hacía apenas dos meses al bueno de Paco Penas, ese abnegado padre de familia, humilde trabajador de Refinería, buen contribuyente y excelente vecino, que iba a verse atado de pies y manos en una cama, dentro de una habitación aislada y con la solitaria compañía de un abotargamiento de sentidos provocado por un cóctel de fármacos que lo mantenían sedado.
De vez en cuando caía en un profundo sueño, que se veía interrumpido con las lejanas palabras de alguna enfermera que intentaba comprobar su estado de consciencia.
Paco abría los ojos e intentaba enfocar la mirada pero todo lo percibía turbio, y su cabeza no podía mantenerse alzada más de dos segundos sin empezar a bambolearse de un lado a otro.
Esta lucha por ganar el preciado premio de la consciencia y la lucidez le llevó largas horas, e intuía el paso del tiempo al ver cómo la intensa luminosidad que se filtraba por la ventana, iba disminuyendo poco a poco hasta ser practicamente oscuridad plena.
Paco Penas, de repente, descubrió que "volvía" a la realidad.
Con un importante dolor de cabeza, eso sí, pero volvía a recuperar la nitidez de sus sentidos.
Forcejeó un poco para comprobar la resistencia de las ataduras y cuando se dió por vencido, comprobó que tenía el llamador cerca de la mano, así que no dudó en apretar el botón rojo.
De nuevo, aquel sonido estridente:
- ¿Qué queríaaaaaaaaaaas?
- Enfermera, podrían venir a quitarme estas maniatas...necesito ir al baño

- ¿CÓMO DIIIIIIICEEEEEEEEEE?

Paco respiró hondo recordando los múltiples problemas a los que se había enfrentado en las últimas horas por culpa del "defectillo" en la comunicación. Así que alzó un poco más la voz, intentando no perder de nuevo los nervios.
-QUE DIGO, QUE NECESITO IR AL BAÑOOOO
-DE ACUERDO, AHORA VAMOS....


El "ahora vamos" se convirtió en diez minutos. Por la puerta aparecen varias personas vestidas con protecciones que se acercan tímidamente a Paco, como temiendo que se pueda levantar en cualquier momento.
Tras resolver el tema de la micción (en una botella), Paco pregunta por qué no le pueden desatar.

- Son órdenes del internista. Tuviste un brote de agresividad y de momento te quedarás así hasta que mañana te vea tu médico.
- No puedo esperar a mañana, señorita. Quiero que venga un médico ya.
- Paco, no es aconsejable...es mejor que te valore tu médico que es el que lleva tu historia desde el principio..

- Sí, el mismo que no tiene ni zorra idea de lo que tengo, que no me da ningún tipo de información y que sólo ordena pruebas, y pruebas y más pruebas.....QUIERO VER UN MÉDICO YA.


Ante la actitud seria de Paco y temiendo un nuevo brote, la enfermera va hacia el teléfono y avisa al internista de guardia.

Al cabo de una media hora, la puerta se abre y Paco vuelve a encontrarse con su auténtica némesis, aquel internista que le preguntara en su día si había bebido agua de charcos y que le mandó montones de pruebas diagnósticas.

- Buenas noches doctor, quiero que me quiten las maniatas.
- Pero...pero eso es imposible, Francisco...no hace ni 24 horas que ha tenido usted un brote de agresividad importante, con una agresión....hay que investigar a qué se debe esa agresividad.

- ¿Cómo? ¿Investigarlo?

- Hombre, claro....es que pueden ser muchas causas.....podría ser un brote psicótico, un trastorno epiléptico, un trastorno explosivo intermitente....

De nuevo Paco empieza a notar que le flaquean las fuerzas....
.....un trastorno post-traumático,...una trisomía XYY...¡esto en verdad es un pastizo!..., podría ser un Síndrome de Klenefelter, una Tricotilomanía, una esquizofrenia...
La enfermera que está al lado intercambia miradas incrédulas con el propio internista, que al comprobar la "falta de fe" de su compañera, se reafirma dirigiéndose directamente a ella...
...si, si, puede ser, por qué no!!....incluso puede ser debido a la ingesta de psicoestimulantes, ¿ha tomado usted cocaína ultimamente? ah no, que lleva aquí dos meses....bueno, pero podría ser también efecto de un traumatismo craneoencefálico antiguo.
- ¿Antiguo? - pregunta la enfermera incrédula.
- Sí, si, eso está documentado, el famoso Caso de Phineas Gage....
- Sí, famosísimo- responde la enfermera.
- ¿Está usted seguro de que no se golpeó la cabeza antes de atizarle a su compañero?
- Usted está de broma, ¿verdad?
- responde Paco.
El internista se ruboriza, y herido en su orgullo y en su credibilidad, ordena a la enfermera.

- Quiero que le hagan un TAC craneal urgente, una RNM craneal, RX de senos paranasales y de cráneo, analítica urgente con niveles de ácido valproico, electrocardiograma, hoja de consulta a Psiquiatría (otra vez), hoja de consulta a Neurología, Hoja de consulta a Cardiología, y quiero que alguien me comunique con la unidad de agudos de Punta Europa para ver si se sigue empleando el tratamiento con electro-shock en estos casos....
- Y una lobotomía- masculla entre dientes la enfermera.
- ¿Cómo ha dicho?-responde el internista.
- Queeee, ¿no quería una hoja de consulta a Traumatología?
- Ummmmm.......bueno, sí, también, ...¡¡por qué no!!

Dicho esto, el internista y la enfermera abandonaron la habitación hablando entre ellos, dejando a un Paco Penas mucho más hundido (si cabe), pensando que por mucho esfuerzos que hacía para reconducir la situación y ver la luz al final del túnel, siempre terminaba empeorando por momentos.
Y así, decidió abandonarse al cóctel intravenoso, y dormir plácidamente. Quizás amaneciera un nuevo y optimista día en unas horas....
En sueños, vió a Don Anselmo, su fallecido padre que con su porte y elegancia habitual en él, se le acercó, lo tomó por los hombros y le dijo...
- Hijo mío....¿y no sería mejor que te dieran directamente 20 latigazos y se dejaran de monsergas?

sábado, 8 de mayo de 2010

PROBLEMAS DE COMUNICACION (y II)


La situación en la habitación de aislamiento de Medicina Interna se hacía cada vez más y más dramática aunque la escena pudiera (en un primer momento) parecer digna de los Hermanos Marx, con un pobre Basilio maniatado, y encima suya (a horcajadas) un Chori fuera de sí que con una presa de manos fuerte y tenaz, apretaba el cuello del anciano poniendo en tela de juicio todas las teorías médico-científicas existentes sobre los límites de supervivencia del cuerpo humano en casos de asfixia.
Justo detrás del Chori, y también a horcajadas sobre Basilio, un Paco Penas que apenas si conseguía contener el instinto asesino y terminador de Zé Manué, luchaba arduamente agarrando por los brazos al esquelético aprendiz de Hanníbal Lecter.
Y mientras, como hilo musical, la vocecilla aguda y machacona de alguna enfermera que discutía con Paco sobre sus malos modos a la hora de dirigirse a ella.

- Señorita, por Dioooooos, llame a alguien que lo mataaaaaaa..... - ...porque lo primero es la educación, que pena que se está perdiendo, y después dicen que si la juventud ¡¡y los mayores son peoooooreeeeeees!!!.....(de fondo) aaaaaaaaAAAAghaaaaaaaghhhh......que te muera ya duna vé, cohone.......... - Vengaaaaan yaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, por favoooooooor... - .....porque vamos, yo a usted no me lo imaginaba así, con lo educaíto y formalito que era cuando ingresó, y ahora fíjese, será por la gente con la que se junta.....(de fondo) AAAAAAAAAAaaaaaghAAAAAA......pero zerá duro er vieho ejte, cagonlaputa, muérete yaaaaaaa........... - No puedo sujetarlo maaaaaas, enfermeraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa..... -.....porque no se crea usted que no nos hemos dado cuenta de lo bien que se lleva con su compañero Jose Manuel, con lo buen elemento que es......... A la vista de que era imposible comunicarse convenientemente con el control de enfermería, Paco Penas otea rápidamente la habitación y en la mesilla de noche de Basilio su vista encuentra el mango de apertura y cierre de la ventana de aluminio. Una bombilla se ilumina en la mente de Paco, y rápidamente se baja de la cama de Basilio y agarra el mango con fuerza y decisión.
Se acerca lentamente por detrás de un Chori cada vez más desencajado que apuraba los últimos apretones al cuello de un Basilio que empezaba a dar síntomas de rendición en su lucha contrarreloj por su propia existencia.
Paco Penas alza la mano aferrando en ella el pesado mango y con diligencia y precisión asesta un duro y seco golpe sobre la cabeza del Chori.......justo en el preciso momento en que la puerta se abre y una aterrorizada enfermera contempla la escena con las manos en la cabeza y la boca abierta a punto de gritar de pavor.
Zé Manué suelta la presa del cuello de Basilio, se pone en pie sobre la cama y comienza a tambalearse con precario equilibrio. Finalmente un pequeño reguero de sangre cae sobre la frente del Chori, que se palpa con una de sus manos y al comprobar que esa ingente cantidad de líquido rojo es suya, termina por tornar los ojos y desplomarse sobre el anciano.
Paco Penas se gira lentamente en dirección a la enfermera.
La chica, ve a un señor con la camisa del pijama rota y torcida, el pelo revuelto, jadeante y con un mango de ventana sujeto en una de sus manos que aún deja gotear sangre sobre el suelo de la habitación.
Paco avanza hacia la enfermera, pero es tal el cansancio que siente, que es incapaz de articular palabra...
Ante la amenazante figura que se acerca a ella, la enfermera abre los ojos al borde del colapso y grita a pleno pulmón.... - seeeeeguRIIIIIIDÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁ!!!!!!!!!!! - no...no es...lo que....parece - SOOOOOOCOOOOOOORROOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!! Las luces del pasillo se encienden, y múltiples cabecitas despeinadas se asoman a las puertas de las habitaciones.....alguien con un pijama blanco corre hacia el aislamiento, y otra parece llamar por teléfono.
- Señorita....no tenga miedo.... - NO ME TOQUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE, SOCORROOOOOOOOOOOOOOOOOOO, QUE ME QUIERE MATAAAAAAAAAAAAAAAAAR - No, no, por Dios....mire, mire (suelta el mango en el suelo)...¿ve? no quiero hacerle daño.... - POR FAVOOOOOOOOOOOOOOOOR QUE ALGUIEN ME AYUDEEEEEEEEEEEEE - Ya pasó todo, señorita. - APÁRTESEEEEE DE MÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ!!!!!!
- No tengo intención de hacerle nada, de verdad....
- POR FAVORRRR
(con ojos llorosos) QUE ALGUIEN HAGA ALGOOOOOOOOOO, ESTÁÁÁÁÁ LOCOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO Y VIENE A POR MÍÍÍÍÍÍÍ!!!!!

Justo cuando Paco acerca su mano todavía ensangrentada a la enfermera, percibe como algo enorme se abalanza sobre él y apenas consigue distinguir los colores caqui y verde de un uniforme que le resulta familiar.
Después escucha un golpe sordo y fuerte, y un intenso dolor de cabeza aparece repentinamente. La vista se vuelve turbia, hasta que Paco se sumerge en una profunda y densa oscuridad.

Dicen algunos expertos, que la inconsciencia es uno de los estados letárgicos más profundos que pueden aparecer en el ser humano; algunos filósofos y teólogos aseguran que es la experiencia más cercana a la muerte que podemos llegar a sentir. Y es curioso oír esto cuando se supone que nadie ha experimentado la muerte real y luego ha vuelto al mundo de los vivos para contarlo. Sobre este tipo de temas podríamos disertar ampliamente sopesando los pros y contras de variadas corrientes de pensamiento que articulan mil y una teorías al respecto, pero no es el tema que nos interesa en este momento.
Sea como fuere, Paco Penas permaneció en un estado de inconsciencia largo tiempo. Al menos esa era su impresión cuando poco a poco fue abriendo los párpados y la dañina luz cegadora de un nuevo día luchaba por entrar en la retina de nuestro protagonista.
Paco Penas pensaba que había sido atropellado por una manada de elefantes, y sentía el dolor y la tumefacción en múltiples zonas de su cuerpo.
A medida que iba abriendo más los ojos, comprobó en primer lugar que seguía vivo, y que también permanecía en la misma habitación.
Bajó la vista y descubrió que le habían colocado un gotero en el brazo derecho, con un suero marcado con multitud de palabras a rotulador negro que no acertaba a leer, y mucho menos a comprender.
Fue en el preciso instante en que sintió un fuerte dolor de cabeza e intentó llevarse la mano a la frente cuando comprobó que estaba maniatado y con los pies sujetos igualmente.