miércoles, 25 de noviembre de 2009

EL "BICHITO"


Pasaban las horas inexorablemente y Paco Penas veía como poco a poco su cuerpo parecía darse la vuelta como un calcetín. Hacía no más de una semana había ingresado en Medicina Interna, aquejado de tos y fiebre, y lo que en un principio había sido un diagnóstico dudoso y timorato de neumonía, había derivado en multitud de pinchazos, analíticas de todo tipo, culminando con la escalofriante experiencia de una colonoscopia y unas diarreas de 48 horas de evolución sin ningún atisbo de resolución temprana, al contrario, con indicios de mantenerse otras 48 horas extras.
Basilio a su vez seguía con la misma sintomatología que Paco, y el hedor en la 305 era practicamente insoportable, incluso para algunos miembros del personal que intentaban acelerar su paso por la habitación y salían por la puerta como alma que lleva el diablo, buscando el consuelo de una bocanada de aire fresco y limpio.
El propio Zé Manué había abandonado sus bromas e impertinencias, y buscaba el cobijo del hueco de las escaleras para librarse de la tortura olfativa a la que era sometido.
Cuando no tenía más remedio que entrar en la habitación por algo, nada más entrar cerraba la boca, arrugaba la nariz y con sus ojos saltones decía......qué pejte, caraho....revolvía entre sus cosas y aligeraba el paso para dejar atrás la hediondez del cuarto.
Las cosas en la planta tampoco animaban a Paco. Desde hacía un tiempo había observado algo de "mal rollo" entre los trabajadores, que no eran cosas puntuales y conforme pasaba el tiempo iba aumentando cuantitativa y cualitativamente.
Era curioso ver como cuando coincidían el supervisor de la planta con dos enfermeros en concreto la conversación aumentaba el tono, y la discusión era perfectamente audible a la altura del 303......que si unas fotocopias.....que si no se qué de una gorda.....que si un chufla.......el caso es que el final siempre era el mismo.....gritos, pelea, y alguna yugular marcada en el cuello de alguien.....este tipo de situaciones era especialmente redundante en las mañanas, donde a partir de las 7:45h y hasta las 8:30h, la Novena Sinfonia del Grito en Do Menor Sostenido se convertía en Banda Sonora Original, capaz de competir con composiciones de Alan Menken, o John Williams.
Cierta tarde, Paco observa cuchicheos de pasillos.......dos batas blancas por un lado, otras tres por otro.....todos hablando casi al oído, y lo poco perceptible estaba expresado con un mensaje "cifrado", una especie de código secreto que ríase usted de la CIA o la Interpol.
No se sabe si por cuestiones personales, o vaya usted a saber de qué índole, el caso es que de repente una enfermera entra en la habitación y habla con Antonia, la hija de Basilio.
Tenemos que cambiar de habitación a Basilio....¿por qué?.....es que tenemos que pasarlo al Aislamiento....¿qué ha pasado?......le han detectado un "bichito" que le provoca esas diarreas, y es contagioso; por eso tenemos que aislarlo.
Paco Penas siempre tuvo un oído fino, y la conversación a pesar de producirse a 15-20 metros de donde se encontraba, fue meridianamente clara para sus receptores auditivos.
Paco, paseaba nerviosamente de arriba a abajo.....un bichito....contagioso....
Como si se lo estuviese temiendo, una enfermera se acerca a hablar con nuestro protagonista....
Francisco, ¿no ha hablado contigo el médico?....no, desde hace un par de días, ¿pasa algo? ¿ha salido algo en la colonoscopia?....no, eso ha salido bien, no hay nada raro....¿entonces?....necesitamos que nos dé una muestra de heces.
Acto seguido, la enfermera le acerca un tarro de plástico translúcido. Eso no será difícil, replica Paco.
Dicho y hecho, practicamente a los diez minutos de tener el tarro en sus manos, nuestro infeliz protagonista ya había completado satisfactoriamente la recogida de la muestra, la cual entregó rápidamente a la enfermera que se lo había solicitado.
Hubo de esperar un par de días para que el médico acudiera al pase de sala.
Con su habitual cara de asco (esta vez tenía una buena razón, pues el olor en la habitación era nauseabundo), carpetas en mano y rictus severo se acerca a Paco.
A ver, Francisco, le tenemos que cambiar de habitación....¿y eso?.....porque le hemos detectado un bichito (dichosa palabra), y puede ser contagioso si no se toman medidas....¿y qué bichito es ese, si se puede saber?.....el doctor lo mira con cara de "yamevanahacerperdereltiempo" y le dice con voz grave......Clostridium Difficile.....
Zé Manué que estaba atento, responde......Fú, zo zuena mu má ¿zabá morí?....No, no suele ser mortal......¿no suele?, responde Paco.....no, no, no, para nada, no tiene por qué haber complicaciones.....¿pero puede haberlas?.....hombre, como todo en esta vida, nunca se puede decir que no con un 100% de seguridad, y......dicho esto, el médico toma las carpetas en las manos y sin dejar de mirar a los pacientes de la 305, empieza a retroceder lentamente, en una de sus brillantes maniobras evasivas dejando a Paco con la palabra en la boca.
Al poco, Paco Penas recoge sus cosas y es trasladado a un cuarto en cuya puerta hay un cartel que pone "AISLAMIENTO DE CONTACTO". Justo antes de abrir la puerta, inspira profundamente temiendo que su libertad cada vez está viéndose más reducida en espacio y tiempo. La sensación de claustrofobia va en aumento.
Zé Manué se acerca a Paco e intenta consolarlo...
Amigasho, zeguro quezo nosná, yo haze tiempo cuando era un chavea tambien tenia bisho en er culo, ¿zabusté?, ademá macuerdo que me picaba una jartá, y yo venga rajcarme, y venga rajcarme, y ná que nozama quitaba. Mira, y me dió la mama un remedio de la güela Zunzión poniendome arcó de romero con no zé qué yerba en tor zerete ¿zabusté? ¿Y se te quitó?......po me paeze que no, pero cagá, parecía que cagaba eucalito, amigasho.

FIN DE LA PRIMERA PARTE DE "SESIÓN CLÍNICA: PACO PENAS"
SEGUNDA PARTE A PARTIR DE ENERO DE 2010.

viernes, 20 de noviembre de 2009

LA BANDEJA


La pequeña tregua que el destino reservó para el bueno de Paco Penas apenas duró 24 horas. Un día completo de sempiterna peregrinación al inodoro que contribuyó a erosionar aun más si cabe, la maltrecha fortaleza física y mental de nuestro desolado protagonista.
Si no era suficiente con las evacuaciones interminables, para colmo de males el Chori no cedía en su irritante empeño en sacar de sus casillas a Paco con comentarios soeces y faltos de tacto, en un despreciable ejercicio de "acoso y derribo" a la moral ajena.
Finalmente el segundo intento fue el definitivo, y la prueba se realizó con éxito y aunque traumatizado por la desagradable experiencia de pasar por Endoscopia, Paco respiró aliviado.
Cansado, derrotado, hundido, agraviado, humillado,...y por último hambriento como hacía tiempo que no se sentía, por fin se sumergió en las profundidades de sus sábanas blancas y descansó algo.
Muchas horas con una triste dieta líquida lo habían terminado de dejar apenas con las limitadas fuerzas que te permiten soportar los párpados abiertos, y así fue como Paco esperó con ansia desmesurada la llegada de un almuerzo, del que no había podido disfrutar porque durante el reparto de bandejas de comida, se encontraba pasando "las de Caín" con el endoscopista.
Pero es una muy sana costumbre la de Medicina Interna (y el resto de unidades hospitalarias, en general) la de enviar de vuelta la bandeja a Cocina, y reclamarla posteriormente cuando el enfermo está de vuelta en su cama; de esta manera, la comida no llega fría a los desconsolados jugos gástricos de los pacientes.
Y así fue como, tras la vuelta de Paco a su lecho, una de las enfermeras telefoneó a Cocina, solicitando la bandeja de nuestro protagonista para que pudiese disfrutar de un merecido ágape.
Paco comienza a tener unos ligeros ruidos intestinales con molestias difusas. Una especie de "desazón" extraña, que lo empujan tímidamente a caminar de nuevo hacia el WC.
Una intensa y nauseabunda diarrea le obligan a permanecer unos minutos en el cuarto de baño.
Finalmente, vuelve a la cama.
Zé Manué("el Chori") sonríe con maldad y aunque por un momento parece que va a volver "a la carga", se queda mirando a Paco sin parpadear...parece que hasta él mismo está cansado de hacer chistes con el mismo tema.
A los tres minutos, Paco vuelve a entrar en el servicio con urgencia pero esta vez se ve obligado a quedarse un largo rato.
En ese tiempo, una pinche con bastantes prisas y algo atolondrada en su proceder, se precipita hacia el mostrador de enfermería con cara de pocos amigos, como si el hecho de portar una bandeja en sus manos y subir a la tercera planta (en ascensor, todo sea dicho) supusiera una afrenta a los derechos adquiridos en los últimos 150 años por todo trabajador en su jornada laboral.
Tras preguntar con aire de "quien puñetas me ha llamado para subir esta bandeja", una auxiliar le indica que es para la 305.
Cuando le van a indicar que es para el de la cama de enmedio, la pinche hace unos segundos que ha dejado a la auxiliar con la palabra en la boca, y se encamina con un andar entre malhumorado y enrabietado, bandeja en mano.
Paco permanece encerrado a su pesar en el WC, tirando de la cadena de tres en tres minutos sin poder abandonar su "trono".
La pinche, que entra en la habitación como un miura en toriles y solo le falta bufar y escarbar con uno de sus pies en el suelo, pregunta
¿Para quién es esta bandeja?
Pa mí......responde desde el fondo de la habitación Zé Manué.
Y la pinche ni corta ni perezosa, le planta la bandeja enfrente al esquelético Chori que abre los ojos al punto de parecer que se salen de sus órbitas.
En ese momento, la pinche repara en que hay una bandeja vacía junto al Chori
¿Y esa bandeja?
Eza é de mi amigasho, que ejtá en el zirvisio, ¿zabusté?....ej que za la comío con musha janzia y la zentao como uná patán logüevo, y allistá rilándoze vivo, ¿zabusté?
Satisfecha con la explicación, la pinche se da media vuelta y abandona la planta.
Zé Manué da buena cuenta de la bandeja de Paco, mientras éste intenta calmar sus alborotados movimientos intestinales.
Cuando consigue salir del WC, el Chori hace un rato que ha terminado de comer y apoya una de sus manos en un abultado abdomen, poco acostumbrado a semejante festín.
Paco espera pacientemente unos minutos, pero al ver que ha pasado más de media hora se dirije al mostrador de enfermería.
Perdone, ¿sabe usted si hay algún problema con la comida?....¿cómo que con la comida?....sí, es que llevo una rato esperando y no me han traído todavía el almuerzo....¿cómo que no? pero si ha estado aquí la pinche con la bandeja ¿alguien sabe dónde está la bandeja de comida del 5-2??
El personal rebusca por mil y un escondites...quizás no se llegó a enviar al destino correcto.
Finalmente alguien se acerca a la habitación y ve las tres bandejas. La cercanía de dos de ellas al cuerpo del Chori le delatan y éste, en vez de improvisar alguna de sus absurdas ocurrencias, se ríe a carcajada limpia.
Una enfermera vuelve a llamar a Cocina....Sí, mira te llamo de Medicina Interna...es que antes me habéis traído una bandeja, del 305-2....sí.....es que por equivocación se le ha puesto al paciente de al lado, y se la ha comido.....sí....hija, pues necesito que me subáis otra.....no voy a dejar al pobre hombre sin comer, ¿no?......venga
Pocos minutos más tarde vuelve a aparecer la "pinche bufadora" dándo enérgicos pisotones a medida que avanza hacia el mostrador con otra bandeja en la mano.
La bandeja......a la 305, la cama de enmedio......a ver si nos aclaramos....a ver si escuchamos antes de salir disparada a la habitación.....el cruce de comentarios y de miradas recuerda a los duelos de los Western de John Wayne. Mentalmente unos y otros recurren al amplio catálogo de mierdas pasadas para arrojarlas a la cara del contrincante, y bien es sabido que dicho catálogo es amplio. No en vano, determinadas pinches de Cocina pertenecen a un oscuro subgrupo de personajes extremadamente quisquillosas con los temas de las comidas, hasta el punto de rayar en lo absurdo, lo demencial, lo surrealista, lo esquizofrénico.....algo parecido a Gollum y el Anillo Único......¡¡¡esssss mííííoooooo.....miiiii teeessssssooooooroooooooo.!!!
La pinche decide que es mal momento para ponerse farruca porque está en minoría y no tiene razón ni tiempo para discutir, así que lleva la bandeja a la habitación plantándola de mala gana frente a Paco. Con los brazos en jarra, se vuelve hacia el Chori en actitud vengativa, diciendo
Te habrás quedado a gusto....a lo que Zé Manué responde torciendo el gesto... Mayormente, zí zeñorita....pero con un colacaíto me quedaba rey, ¿zabusté?

viernes, 13 de noviembre de 2009

PACO WC


Después de la "húmeda" madrugada en la 305, a nuestro querido protagonista Paco Penas apenas le quedaban fuerzas ni ganas para afrontar un nuevo y desmoralizador día entre las vetustas paredes de Medicina Interna.

La cadena de desgracias y sucesos extraños acaecidos sobre la persona de Paco, podría plantear a los más avezados investigadores de lo paranormal un nuevo enigma, al que dedicar con tesón y dedicación exhaustiva, todo un programa monográfico de "Cuarto Milenio".
Posiblemente el mismísimo Iker Jiménez acudiría sin pensarlo a esa tercera planta del Hospital para conocer in situ al hombre más castigado por las maldiciones en los últimos días.
El caso es que Paco Penas empezaba a asumir su desgraciada existencia en la unidad, no sin cierto aire de conformismo y estoicismo, lo cual no dejaba de ser un hecho verdaderamente admirable para el personal de planta.

Si hacía unos días la llegada de una nueva jornada suponía un aumento de su ansiedad ante el tipo de suceso que le tocaría padecer, ahora sin embargo Paco daba por hecho que "algo" nuevo le pasaría en el nuevo día.
Y así transcurrió una mañana, en la que por fin le confirmaron que la dichosa prueba que se le había pedido, se realizaría en breve.
A los cambios de dieta acostumbrados para este tipo de praxis, se añadió el día antes la nauseabunda experiencia de tener que ingerir una sustancia acuosa, transparente pero de sabor horrible que le provocaban intensas arcadas.

A mediados de la tarde, Paco Penas empezó a acudir con urgencia al WC cada pocos minutos para evacuar de forma espectacular una vez tras otra.
Amigasho, tiene la barriguita mala??...le preguntaba con sorna y algo de mala leche el Chori.
Amigasho, le pido a la mushasha una mentita poleo, ja-ja-ja........

Las idas y venidas de Paco al baño, aderezadas con la socarronería de los comentarios de su nuevo compañero de habitación, no hacían sino minar la moral de nuestro protagonista que empezaba a sentir como el escozor en su esfínter anal se volvía insufrible.
Amigasho....quiere un poquito de yelo pal culo??..ja-ja-ja.......
Sin perder las buenas formas y la exquisita educación que recibió desde pequeño en su hogar, Paco negaba sutilmente con la mano, como quitando importancia a las molestias que sentía, aunque por dentro sentía como si el mismísimo infierno con Lucifer al frente se hubiera introducido en apenas unos cuantos centímetros cuadrados de intestino. La percepción de calor sofocante en la zona, acompañado de la sensación punzante de decenas de agujas, hacía que Paco Penas se planteara el hecho de acudir nuevamente al WC, pues la tortura evacuatoria era superior al alivio intestinal posterior.

Amigasho, le pido a la mushasha unos porvito de tarco??, ja-ja-ja....

Cuando el celador vino a recogerlo para llevarlo a Endoscopia, Paco Penas se felicitó por perder de vista aunque fuera unos minutos al Chori y sus bromas de mal gusto. Quería que el mal rato pasara lo antes posible, y poder descansar por fin de tanto maltrato digestivo.
Llegó el momento de la verdad. Paco Penas observaba sobre una mesa un tubo de un dedo de grosor y de bastante longitud, y sintió escalofríos de pensar que semejante "boa constrictor", en breves segundos camparía a sus anchas dentro de su cuerpo.
Bájese los pantalones....la seca frase, casi escupida a la cara de Paco Penas sonó en el aire como el anuncio de una sentencia de muerte.

Allí estaba Paco. Perdida totalmente su ya de por sí anulada dignidad, en cueros y esperando a que un desconocido le metiera "más de medio metro" de tubo por detrás.
La sensación de indefensión era notable, y producto de la vergüenza, apenas si podía levantar la vista del suelo.....
Vaya por Dios.....dice el endoscopista......¿pasa algo?.....se nos ha vuelto a estropear el maldito cacharro este......
¿cómo?.......lo que oye........
Paco Penas suspiró aliviado en un primer momento, auque luego reparó en que sólo se trataba de un "aplazamiento de la ejecución", por lo que abatido, volvió a sentarse en la silla de ruedas que empujaba el celador.

Nada más llegar a la planta una enfermera le pregunta.....Francisco, ¿ya le han hecho la prueba?....a lo que contesta el celador....Se ha estropeao el cacharro....en ese momento suena el teléfono y contesta la enfermera..
Medicina Interna.....si........si......de acuerdo......pero eso ya es seguro, ¿no?....vale, de acuerdo....
Cuelga el teléfono y se dirije a Paco...
Mañana te hacen la colono.....¿seguro?¿estará arreglada la máquina?....eso me han dicho los de abajo, así que hoy vamos a seguir con la preparación.....
24 horas más de tortura se presentan ante Paco, que está al borde de las lágrimas de pensar en tener que volver a pasar por la misma experiencia una vez más.
Ya se lo decía Don Anselmo poco antes de morir, en uno de sus últimos e intermitentes ingresos..."no sé si es peor el interés que tienen estos "batas blancas" en verme por dentro, o la necesidad de volver a mirarme por el mismo agujero una y otra vez...¿es que no se creen lo que vieron a la primera?"..........verdades como puños, Don Anselmo.



viernes, 6 de noviembre de 2009

TEMPORAL DE LEVANTE (ENTRE PALMAS Y ALEGRÍA)


Negros nubarrones sobre la atormentada mente de nuestro querido Paco Penas, que apenas acababa de salir de un atolladero para encontrarse de bruces con un nuevo obstáculo en su ya frágil serenidad, que por otra parte ya había dado suficientes muestras durante todos estos días de estar hecha a prueba de bombas.
Es irónico como un personaje como Basilio, ese decrépito, enfermizo, anoréxico y descerebrado anciano que atormentó a nuestro protagonista durante sus primeros momentos desde su ingreso, se había convertido de la noche a la mañana, en la única compañía "deseable" de la 305.
Habían bastado unas horas para que Zé Manué el "Chori", el hijo de la Fen-nanda, se hubiera hecho acreedor del desprecio, asco y (por qué no decirlo) miedo de Paco; Basilio no era más que un angelito al lado de aquél aprendiz de Atila, que en una sola tarde puso en jaque a todo el personal de la planta.
El "incidente de las pastillas" se cerró con una enfermera desconfiada, un Paco Penas incrédulo ante lo que había presenciado, y un importante "colocón" de Zé Manué, aunque nadie diría tal cosa, pues se mantenía sentado en el sillón, con la mirada perdida y sin pestañear.....quizás es que estaba en estado permanente de "colocón".
La ventana de la habitación, siseó con fuerza y fue entonces cuando Paco Penas reparó en que los negros nubarrones que se cernían sobre su cabeza, tenían su respuesta en el exterior.
El cielo completamente rojo, amenazaba con descargar una tromba importante de agua; el viento empezaba a soplar con insistencia, enérgicamente, como queriendo zarandear los cimientos de aquél edificio que se había convertido en cárcel y sala de tortura a la vez, en gabinete de psiquiatría y laboratorio de experimentación,.....todo un crisol de despropósitos encadenados que no hacían sino desmembrar la entereza de Paco.
"No estaría de más que este temporal arrancara de cuajo este maldito hospital....", pensó.
Y para una vez que habló en voz alta, Dios accede a conceder su deseo....o al menos dió esa impresión.
El temporal aumenta por momentos su agresividad y azota sin piedad los cristales de las ventanas, que reciben grandes cantidades de agua.
A la vista de la situación, y tras mirar fugazmente el reloj Viceroy que adornaba su muñeca, Paco Penas decide irse a la cama y descansar para que la noche pase rápidamente y amanezca un nuevo y esperanzador día.
Con el ruido de fondo de truenos, y el relampagueo de los rayos reflejándose en las paredes de la habitación, Paco comienza a quedarse profundamente dormido, pues al contrario que mucha gente, nuestro protagonista solía relajarse con el sonido del furor de la tormenta.
Pero parece que el destino ha decidido desde hace tiempo, que el momento de duermevela de Paco sea el elegido para el estallido de sus últimas desgracias.
De repente, siente como las sábanas que lo cubren se echan abajo descubriéndolo parcialmente, y alguien lo empuja hacia el otro lado de la cama.
Amigasho, éshate a un laíto que no cabo
si, claro, claro..., responde Paco medio dormido, dándose la vuelta y cerrando nuevamente los ojos.......................................................................................un momento.................................................
Paco abre los ojos, y lleva una de sus manos hacia atrás palpando el cuerpo que reposa a su lado, como queriendo cersiorarse de que, efectivamente, no se trata de un sueño.
Las curtidas manos de Paco tocan un cuerpo huesudo que le resulta familiar....
Ja-ja-ja.....¿questasiendoooo??? ¿ta puesto cashondo, amigasho??? Oye, camí no me gujtan ejta cosa.....a mi no me gujta er mariconeo, amigasho, deha ya de metem-me mano....
Paco Penas se sienta súbitamente en la cama
Pero ¿qué haces en mi cama? Largo de aquí.... Tranqui, tranqui, amigasho, que no hay que ponerze azin, que yo vengo duna familia desente y humirde, zemo gente zivilizá karreglamo laj coza converzionando zin llegá a la violensia...
¿Pero se puede saber que haces en mi cama? vete a la tuya.... Ozea, yo laría con musho gujto, amigasho, que no ej que yo zea un azaltador de cama, ni ná por el ejtilo, ni ej que yo zea moserzuá o como ze diga, aunque yo eza coza laj rejpeto que cada cuá haze con zu culo lo que cree conviente, ¿zabusté?..... Que te vayas a tu camaaaa..... Güeno, güeno, no haze farta que me grite, que zoy yonqui pero no zordo, pero ej que no pueo meterme en la cama, porque ejtá mojá
¿Cómo?......ozea, no ej porque yo ejté shungo de la póstuma ni tenga er muelle floho, ni ná de ezo, ¿zabusté?, ej que ze mestá lloviendo er techo enzima, amigasho.
Cuando Paco Penas enciende la luz, comprueba que el Chori (por una vez en su vida) dice la verdad.
La ventana, la pared y el techo anexos a la ventana se encuentran empapados en agua. Unas goteras que dejan en pañales las cataratas de Iguazú, amenazan con provocar el hundimiento del Hospital cual Titanic del siglo XXI....¿pero cómo es posible esto en un hospital, por Dios?....
Paco Penas llama al timbre, y tras cuatro sonidos de llamada, un enfermero aparece en la habitación.....¿qué desea?....que se nos viene encima la lluvia, oiga.....ostiiiiiiiiaaaaa, pues si que hay agua, pero espérese un momento....
El enfermero se va unos segundos y vuelve con un mango de hierro en la mano......eso es que no estaba bien cerrada la ventana, ahora mismo la pongo bien.....
El muchacho coloca el mango, pero en vez de cerrar, abre más la ventana....una repentina racha de viento la abre de par en par, permitiendo que la furia del viento y la lluvia entren casi hasta la mitad del pasillo.
Atropelladamente y no sin dificultad, el enfermero consigue empujar las hojas de la ventana y cerrar con el mango de hierro. Parece como si todos hayan estado expuestos a una ducha durante un par de minutos.
No se preocupen que ahora mismo traemos ropa limpia y arreglamos las camas....
Paco Penas permanece inmóvil en el centro de la habitación, con los brazos en cruz separados del cuerpo, dejando que el agua gotee por la manga de la blusa y forme un pequeño charco en el suelo. Mira las palmas de sus manos, húmedas, congeladas y pálidas del frío y se pregunta en qué momento enojó a Dios tanto como para que le castigara de aquella manera.
Una mano coje la parte baja de la blusa de Paco y le da dos pequeños tirones hacia abajo. Es Basilio, un Basilio cómicamente "duchado" por el temporal, y que ahora está despierto.
¿Qué pasa Basilio?, pregunta Paco......
Tengo sed, responde el anciano....a lo que añade Zé Manué.......po no zerá por farta dagua, cohone....