sábado, 31 de marzo de 2012

DAME VENENO QUE QUIERO MORIR, DAME VENENO...






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Pasaban los días lenta y exasperantemente para Paco Penas que una vez más volvía a sentir en sus carnes el grave problema de "eternalización" de su ingreso, como ya pasara en su anterior y accidentada estancia en la unidad de Medicina Interna.


La única gran diferencia con respecto a aquel primer ingreso, radicaba en que en esta ocasión (tocaba madera) parecía que la Diosa Fortuna le permitía un pequeño desahogo...esta vez Paco Penas no era el blanco de las desdichas, sino un simple testigo de excepción de otro tipo de episodios hospitalarios que le hicieron comprender que en todos los sitios cuecen habas, y que, si bien él tuvo motivos más que suficientes para maldecir su mala suerte en su primer ingreso...en este segundo, el bueno de Paco estaba pasando casi inadvertido para todos.



En esas estaba la juguetona mente de nuestro protagonista, cuando ocurrió otro suceso digno de mención.



Era una tarde típica en la unidad...casi 90 acompañantes y familiares poblando los pasillos, hacinándose por las habitaciones haciendo caso omiso a las recomendaciones del personal de enfermería que insistía una y otra vez en la necesidad de brindarles a los enfermos un entorno sosegado.



Un enfermero le comenta con cierta sorna a una compañera suya, de algo más de mediana edad:


- Colócate las gafas....que no ves nada sin ellas.

Pero ella, antes-muerta-que-sencilla, prefiere la coquetería de una cara "despejada"..asi que acostumbra a "pasear" unas hermosas gafas de desenfadado diseño en unas fundas mucho menos desenfadadas, y practicamente espartanas.



Apoyada en el mostrador de enfermería, se dedica a revisar el tratamiento que se dispone a repartir antes de la llegada de la merienda...coge al azar un pequeño vasito de plástico y lo eleva a la altura de sus ojos, girándolo con sus dedos, comprobando el contenido e intentando adivinar el número de habitación que está rotulado en su exterior...una tarea que resulta realmente complicada...por lo que sistemáticamente aleja y acerca el vasito hacia sus ojos, buscando un detalle, una pista que la "ilumine" sobre el destinatario de cada uno de esos vasitos.



Este proceso lo repite paulatinamente con todos y cada uno de los ventimuchos vasitos de plástico...por lo que tras cinco minutos del mismo "ritual", el enfermero le insiste con bastante más vehemencia:


- Que te pongas las gafaaas!!!



La compañera da la callada por respuesta, sonríe de medio lado y ni corta ni perezosa se lanza a las profundidades de un pasillo de Medicina Interna, colapsada de gente.



Quién sabe si por efecto de una o dos interrupciones en forma de improvisada conversación con un familiar que le pregunta "¿A qué hora pasa sala el médico por la tarde?"...o bien por la señora del 304-2 que solicita un cambio postural...o bien por la bomba de perfusión del 306-2 cuya alarma no para de sonar, y sonar, y sonar...o bien por el caballero de la 308-1, al que todo le parece mal y contesta de muy malas maneras...o quién sabe...quizás por ese chico que acompaña a su madre, la de la 310-3 y que resulta ser un auténtico "adonis" para la enfermera sin gafas...el caso es que, aunque no lo parezca, hay peor mezcla que los peta-zetas con el resfresco de cola: una de las ecuaciones más antiguas de la historia...Miopía+Distracción=Error.



El caso es que la medicación de Paco Penas cayó en la mesita de su compañero de habitación, y viceversa....y éste, ni corto ni perezoso, engulló las pastillas sin comprobar previamente que el número de habitación rotulado en el exterior del vasito que sostenía en sus manos, era el suyo.



De eso se percató Paco Penas, que echó en falta una pastillita de las suyas, y sin embargo no entendía por qué le habían colocado dos comprimidos nuevos. Fue al mirar el número rotulado en el vasito cuando comprobó el error.


Para entonces, el intercambio de medicación ya se había producido en dos habitaciones más,de forma que a medida que se descubría un nuevo error en el reparto de pastillas, la voz de alarma iba corriendo y los familiares acudían "en peregrinación" al mostrador de enfermería pidiendo una, dos y quince explicaciones diferentes...



La hija del compañero de habitación de Paco Penas, una señora aparentemente educada pero de naturaleza histérica, le pregunta qué tipo de medicación toma él.


- Pues exactamente no lo sé señora...- responde Paco.


- ..es que mi padre es alérgico al ácido salicico-salítico...o como se llame...¿usted toma de eso?


- Pues creo que sí, señora, aunque creo recordar que...


- AAAAYYYYYY........(dándose una palmada sonora en el muslo derecho).....QUE ME LO VAN A MATAAAAAR......(coge impulso, inspira profundamente, y con la misma entonación de una sirena de fábrica, grita).....¡¡¡eeeeenfeeeeermeeeEEEEEEEERAAAAAAAAAAAA!!!


- Señora, que lo que yo le quería decir es que....


- No me diga máás, no me diga mááás......esto es de "jurgado de guardia"....



En eso aparece el enfermero....alarmado por los gritos.


- ¿Qué sucede?


- ¿Cómo que qué sucede?...¡¡que me lo vais a matar!!....¡¡que vais a cometer un genocidio!!...


- Señora (intenta mediar Paco Penas)....que antes le quería decir que...


- ....y de esto se entera el Jefe Supremo vuestro...que mi padre es alérgico al ácido sincalicatisílico, y le habéis puesto una pastilla de esas!!!


- Espere que lo comprobemos, señora..- responde el enfermero.


- ¡¡qué vas a comprobar!! que le habéis dado las pastillas de este otro señor!!!


- Bueno, sí, técnicamente es así (responde Paco), pero en verdad yo esa pastilla....


- Llama al méédIIIIICOOOOOOODEGUARRDIAAAAAA!!


- Señora, ¿está usted segura de que se ha tomado esa pastilla?


- A eso iba yo, joven...(responde Paco Penas)...


- ¿Cómo no voy a estar seguuuurAAAAAAAAAAAA??....que le habéis dado el ácido sacilistifilítico de este buen hombre y se lo ha engullido como los pavoooos....


- Señora, que sí, que se ha tomado las pastillas del paciente de al lado, y sentimos el error....(intenta calmar el enfermero)


- ......¿Dónde está el Presidente del Hospital? ¡¡quiero poner una quejaaaa!!


- ...pero en la merienda no tiene el ácido acetilsalicílico, señora....eso se le da en el almuerzo....


- ...eso es lo que llevo intentando decir todo este tiempo... añade Paco.


- ¡¡¡¡¡¡¡¿¿Y POR QUE NO ME HA DICHO USTED NADA Y SE HA QUEDADO AHI CALLADO TODO ESTE TIEMPO CON EL SOFOCO QUE YO TENÍA????!!!!!



¿Hay algo peor que una miope distraída?....puede que si: una histérica que no escucha....




miércoles, 21 de marzo de 2012

EN BUSCA DEL ALTA PERDIDA










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Tenía en aquel entonces Paco Penas un compañero de habitación llamado Gregorio. No era un tipo especial, ni muchísimo menos...mediana edad, algo desgarbado, pelo canoso, cara de póker, de pobre espíritu....su imagen habitual en la planta era con un periódico o revista bajo el brazo, o con los auriculares de su radio de bolsillo puestos....totalmente ajeno al mundo hospitalario que le rodeaba.
Ingresó por un síndrome febril a filiar, y tras casi dos meses de estancia con su correspondiente batería de pruebas diagnósticas (que incluyeron radiografías, TAC, RNM, colonoscopia, enema opaco, analíticas ordinarias y urgentes, hemocultivos seriados, urocultivo, coprocultivo, etc...) Gregorio parecía más parte del mobiliario que un enfermo de la unidad. Las enfermeras de la planta entraban en la habitación y lo saludaban con la familiaridad que se saluda al panadero de la esquina, al cobrador del seguro de decesos o a Matías Prats cuando se mete en nuestros televisores para informarnos de la actualidad.





Cierta mañana, una enfermera entra en la habitación y tras dar cortésmente los buenos días a todos los presentes, coloca la manga del tensiómetro en el brazo izquierdo de Gregorio y comienza a inflarlo.


Tras la toma de la tensión arterial, Gregorio, sin perder su inexpresividad habitual, pregunta...


- ¿Cuánto tengo de tensión?


- Tienes doce-seis, Gregorio...está muy bien.


- Ah....entonces me puedo ir de alta, ¿no?


- Siii (sonríe con sarcasmo la enfermera)...en cuanto su médico lo considere oportuno...un día de estos....-contesta mientras recoge el tensiómetro y lo deja sobre el carro de curas.


- Qué raro....me dijo esta mañana que me iba hoy...



El rictus de la cara de la enfermera cambia radicalmente, la sonrisa desaparece y se queda mirando fijamente a Gregorio.


- ¿Cómo ha dicho? ¿Que le han dado el alta?


- Sí, señorita....hace un rato estuvo aquí el médico y me dijo que hoy mismo me iba a la residencia.


- Pero si a mí no me ha dicho nada....y hace cinco minutos que he estado hablando con él. Iré a ver si lo localizo y lo aclaramos.



La enfermera, furibunda, se dirige resoplando y con aire marcial y enérgico hasta el estar de enfermería....busca por todos los rincones, pero no encuentra al médico en cuestión....en la sala de reuniones tampoco está.


Pregunta a algunos de sus compañeros que en esos momentos están pasando sala, pero ninguno sabe dónde puede haber ido.


- ¿Estará en consultas?....- le sugiere uno de ellos.


- Yo no sé quién está en consultas hoy...de hecho no sé nunca quién está en consultas.


- Ah, pues yo tampoco...(ríe sonoramente el médico).


- Bueno, llamaré a consultas a ver si por casualidad está ahí.



Dicho y hecho, tras cuatro tonos de llamada, alguien descuelga el teléfono....pero no es él.


Desesperada, la enfermera se dirige al Despacho de Medicina Interna y pregunta a las secretarias si saben el paradero del internista, recibiendo un nuevo "no" por respuesta.


- ¿Y por casualidad sabéis si a Gregorio Barilla le han dado el alta?


- Pues tampoco sabemos nada...- contesta una de ellas, mientras interroga con la mirada a su compañera, que niega rotundamente con la cabeza.



A todo esto, Gregorio ya pasea pasillo arriba, pasillo abajo, vestido de calle...con sus inseparables auriculares puestos, esperando pacientemente a que el médico le traiga el informe de alta para poder irse a su casa.


- Creo que hoy estaba de guardia...¿le has llamado al corporativo?....- le comenta una compañera a la enfermera.


- No, no lo he hecho...ahora mismo lo hago....a qué teléfono tengo que llamar...¿cuál de los dos que hay aquí apuntados?


- Al primero no, que no funciona....llama al segundo.


(biiiiiiip, biiiiiiiip, biiiiiiiip.- Ha contactado usted con el Buzón de Voz del ....)
- Me sale el buzón de voz....
- Llama a Centralita, quizás ellos puedan hacerlo.
- De acuerdo....por intentarlo......
Al cabo de casi dos interminables minutos en que nadie coge el teléfono en Centralita, una voz masculina responde.....
- ¿Sí?
- ¿Centralita? Ponme con el internista de guardia...
- Buenos días, ¿no?
- Si, si, buenos días, y todo lo que tú quieras, pero ponme con el internista...
- Mujer, es que si me lo pides así, no sé si ponerte....
- Mira....¡¡no me toques más el....!!
- Vale, vale....ahora te pongo..."simpática"....
La enfermera está casi fuera de sí....el color rojo empieza a apoderarse de sus mejillas, el ritmo e intensidad de sus resoplidos aumentan exponencialmente conforme avanzan los minutos, y el hecho de tener a Gregorio apoyado en el mostrador esperando la "licencia" para irse a su Residencia, tampoco es que la tranquilice mucho.
Tras un par de intentos, el señor de Centralita le comunica a la enfermera que no es posible localizarlo.
- ¿Hay algún teléfono móvil de él por ahí apuntado?
- Espera que lo mire...(pasa otro larguísimo minuto)...aquí está...te paso con él...
(biiiiiiip, biiiiiiip, biiiiiiip, biiiiiiip.- El número al que llama, no está disponible en este momento...).
Nada. Imposible....la enfermera sopesa entonces tomar medidas drásticas. Hay veces que es necesario decidir sin importar las consecuencias de los actos...¿Llamar al Supervisor? ¿Para qué? ¿Qué es eso?...¿Llamar al Jefe de la Guardia?...¿acaso solucionaría el problema?...no....la decisión estaba tomada....ni corta ni perezosa, rebusca en una vieja lista telefónica y llama a....¡¡la Cafetería!!.
Y tras otros dos minutos más de conversación con un camarero, y escuchando de fondo el sonido de las tazas apoyándose en los platillos, el silbido de la máquina del café, y decenas de conversaciones lejanas, por fin....el internista se pone al teléfono.....
- Díííígame....
- ¡¡Por fin!! Llevo toda la mañana buscándote....
- Pues aquí me tienes...(jeje)....¿qué querías?...
- A Gregorio Barilla...¿le has dado el alta?..
- ¿¿Yooooo??....noo, ¿por qué?
- Dice que le has dicho que hoy mismo se iba a la residencia....
- No, no, no, no....le he dicho que hoy a las cinco tiene una resonancia.

Y es que no hay nada más complicado en este mundo, que entenderse con alguien un poco tieso de oído...y más aún si lleva auriculares.

lunes, 12 de marzo de 2012

EN OCASIONES...VEO CELADORES








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La noche transcurrió rápida y plácidamente. Tras el amago de amotinamiento de los pacientes de la habitación 307 contra el maquiavélico y poderoso "Dr No" que aquel fatídico día había estado de guardia, la planta se sumió en una paz asombrosa, y los primeros rayos de sol despuntaron en la fachada del arcaico y vetusto centro hospitalario sin que hubiera que lamentar más incidentes.

Aquel era un día especial.

El ánimo de los enfermos en general (y masculinos en particular) era muy diferente...desde el comienzo de la jornada, los televisores vociferaban con los informativos que dedicaban espacios larguísimos a un acontecimiento único, irrepetible, y que podía marcar el futuro de toda una nación....¿Elecciones Generales?...¿La Boda del Príncipe?...¿¿¿¿El no-divorcio de Belén Esteban????.....¡¡nooooo!!...aun más importante: ¡¡¡El R.Madrid-Barça!!!....¡¡¡El Partido del Siglo!!!....aunque a esas alturas de siglo ya se habían disputado casi una docena de "partidos del siglo", no había duda de que aquella sí era la definitiva...al menos eso decían los diferentes informativos.


La mañana dio paso a la tarde y Paco Penas aguardaba impaciente el comienzo del partido, transistor de bolsillo en mano, mientras en la planta todo era tranquilidad hasta la hora del pitido inicial.


Al menos aparentemente....

En el mostrador de enfermería, una enfermera con claro gesto de indignación, apoyaba su mano derecha en la cadera mientras con la izquierda sujetaba el teléfono contra su oído...

- ¿¿Oye??...¿¿celador??...mira, que te estamos esperando desde hace media hora...que ya hemos empezado los cambios de pañales...

- Ahora, ahora...es que tengo que bajar una gasometría urgente de la UCI, ¿sabes?

- Bueno, pero date prisa que tenemos mas de veinte encamados esperando.


A los diez minutos, los timbres de la planta empiezan a caerse de tanto sonar...los pacientes demandan el cambio de pañal que no llega.

De nuevo llamada de telefono al celador de la tercera planta....esta vez no cogen el teléfono.

- Llama al cuarto de celadores...-recomienda su compañera.

Tras dos o tres tonos de llamada, alguien descuelga el teléfono...

- ¿¿Celadores?? ¿¿Está ahí el celador de la Tercera??

- Eeeeeemmm....noooo....nooooo....ha ido aaaaa.....a subir una camilla para una gammagrafía.

- Oye, dile que llevamos esperándolo más de media hora y que hay que hacer los cambios de pañal, que las compañeras auxiliares ya han empezado sin él...

- Vale, yo se lo digo.


Ante la gravedad de la situación y la creciente hostilidad de los pacientes que demandan atención, se sugiere llamar al "celador de apoyo". De nuevo la enfermera teclea enérgicamente en los botones del teléfono, se echa hacia atrás un rebelde mechón de pelo y espera la respuesta.

- ¿¿Oye?? ¿¿Celadores??...¿¿quién está de apoyo??

- ¿¿De apoyooo??....eeeeeeeee.....esteeeeee.........espera que te lo paso.... (tras unos segundos)....¿si? ¿digame?.....

- ¿¿Celador de apoyo??

- Si, soy yo...bueno no soy yo, pero es que ahora no puede ponerse....¿quieres que le diga algo?

- Si, que nos llame a la planta.

- ¿A qué planta??

- ¡¡¡A LA TERCERAAAAA!!!

- Vale, vale...

Tras otros diez minutos de espera, suena el teléfono en el mostrador de Medicina Interna.

- Medicina Interna, dígame.

- Si...soy el celador de apoyo, ¿qué quieres?

- Mira, hemos llamado a tu compañero de la Tercera y al parecer está liado..¿tú puedes subir a echarnos una mano?

- Peroooo, es que eso no es cosa mía....

- Como que no es cosa tuya...

- Que no, que eso es cosa del celador de la Tercera...yo estoy de apoyo....

- Y bueno...¿que se supone que es eso?...¿qué tiene que hacer un celador de apoyo?

- Pueeeeees...eso.....que estoy de apoyo....pa apoyar....mira, aqui viene el de la Tercera... (tras varios segundos) ...¿si? ¿dígame?

- Oye que te hemos llamado antes y no lo has cogido...

- ¿¿ A mííí??.....qué raaaroo, a mi no me ha sonado el teléfono. ¿Qué querías?

- ¡Cómo que qué quiero! Lo mismo que las dos veces anteriores que te llamé, que te subas para los cambios de pañal...¡¡ya!!

- Vale, vale...


Al cabo de otros diez minutos aparece un celador por la puerta...

- Hombre, por fin...ahora que ya están acabando con los cambios de pañal las compañeras...

- No, no, no....yo no...eso, el celador de la Tercera...

- ¿Cómo que el de la Tercera? ¿entonces tú quién eres?

- Yo el de Observación que venía a por una cama para un ingreso, y para bajarles una bomba de perfusión que es de ellos...¿qué cama me tengo que bajar?

- La 303-2...toma, aquí tienes la bomba.


El celador toma la bomba en sus manos y emprende el camino a los ascensores....

- Oye, oyeee.....¿no te ibas a llevar la cama?

- Sí, pero primero me voy a bajar la bomba...

- Pero alma de Dios....¿¿no te puedes bajar la bomba encima de la cama y te ahorras un viaje??


Y con la bomba en su regazo, desapareció por la puerta de un ascensor.


Poco después, el celador de la Tercera aparecía justo en el momento en que las auxiliares, pelo revuelto y jadeantes, se quitaban los guantes tras la faena del cambio de pañales...

- ¿Ya no os hago falta?

- Noo, hijo nooo....ya nooo.

Y una de las enfermeras dice...

- Si no te importa, ahora nos tienes que ayudar a sentar a un abuelito en el sillón....

- Vale, vale, -responde el celador.- ...pero eso....cuando yo meriende....que ya es mi media hora.








sábado, 3 de marzo de 2012

LA GENTE DE LA 307 CONTRA EL DR. NO


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Como ya le ocurriera en su anterior ingreso en Medicina Interna, Paco Penas no podía contener su estado de nerviosismo. Tras la tranquilidad (casi extrema) que había saboreado en la UCI durante todo el mes anterior, ahora se encontraba de bruces con la realidad de una planta con 34 enfermos y que en la hora punta de la tarde, acogía a casi 90 acompañantes y familiares que pululaban pasillo arriba, pasillo abajo...
Había visitantes que (para colmo) conocían a dos o tres pacientes ingresados, y se dedicaban buena parte del tiempo a deambular de habitación en habitación para visitarlos a todos.
Más que una visita, lo que se vivía en los pasillos de Medicina Interna era un Evento Social...seguramente en algunas casetas de la Feria, se agolpan menos personas que las que aquella tarde se hacinaban en el estrecho pasillo de la unidad...y seguramente en esa misma caseta de Feria el ruido era mucho menor.
Los enfermos se encontraban en un estado de estrés nada desdeñable, algunos mantenían los ojos sumamente abiertos, casi sin pestañear en lo que vulgarmente se conoce como "expresión de acojonamiento agudo", mirando a todos lados y en estado de máxima alerta por las voces y gritos de la visita de turno.
Y como era de esperar, esa noche, una vez que la marabunda abandonó la sala...nadie podía pegar ojo.
Capítulo especial merecían los pacientes de la 307...nada raros aparentemente. El único problema común en todos ellos era que no podían conciliar el sueño.
Así que solicitaron la "ayuda" del enfermero del turno de noche que con sus ojeras, su barba y su melena alborotada, se puso en contacto con el internista de guardia para consultar si podía dispensarles un "empujoncito" farmacológico para poder descansar.
Pero cruel es la vida del paciente que se encuentra en manos de un internista poco amigo de esas ayudas...
- Eso, que se lo paute su médico mañana...-contestaba el internista lacónicamente al otro lado del teléfono.

Así que el enfermero, ni corto ni perezoso, comunicaba la negativa a los pacientes de la 307...y estos se indignaban aún mas, y menos podían conciliar el sueño.

- Les puedo preparar una tila....-les decía, intentando calmar los ánimos, a lo que los tres enfermos respondían con aspavientos y malos modos, "defecándose en la prostituta progenitora" del internista de guardia que no había tenido a bien atender sus demandas.

La tensión iba en aumento. Paco Penas se acercó (en parte por su habitual prestancia a aliviar al necesitado, en parte por pura curiosidad) e intentó mediar en el "conflicto".

- ¿Qué sucede?.- preguntó al enfermero.
- Motín a bordo.- respondió entre dientes y retrocediendo poco a poco mientras las voces de los pacientes aumentaban en intensidad.
Uno de ellos, le dice al enfermero...."por lo menos me podrán dar algo para el dolor de cabeza que tengo con la escandalera de esta tarde, ¿no?"...
- Ahora mismo le pregunto al internista.

Cuando al otro lado del teléfono recibió por respuesta un nuevo "Eso, que se lo paute su médico mañana", el enfermero tragó saliva.
Madre mía...con lo sencillo que es tomar decisiones, más cuando te pagan precisamente para ello...y no estábamos hablando de una operación a corazón abierto, o de decidir entre la vida de un paciente y una amputación traumática...no....era una cefalea..
Paco Penas observaba el cuadro apoyando la espalda en la pared del pasillo, que ya a esa hora estaba a oscuras, y con los brazos cruzados.
Vió la expresión desencajada del enfermero cuando se dirigía a la 307 para comunicar la "buena nueva", y le dijo...
- Nada, ¿verdad?....que no hay manera...
- Esta noche me pasan a cuchillo los de esta habitación...-respondió sin pestañear a Paco.
- Habría que ver al médico si no pudiera dormir...
- Eso no lo veremos ni usted ni yo, Francisco...vamos, que no le vamos a ver el pelo por aquí aunque estuviese la planta en llamas...
Paco rió con timidez...
Cuando el enfermero comunicó al paciente que tampoco tendría alivio para su cabeza, temió realmente por su integridad física, y tuvo que aguantar el aguacero de improperios....
"....valiente poca vergüenza que tenéis todos aquí, porque yo te estoy pagando a tí, porque llevo venticuatro años cotizando a la seguridá sociá, pa que venga un greñúo como tú a negarme una puta pastilla de miiiiiierda...dime a quién tengo que reclamar, quiero ver inmediatamente al Jefe Supremo vuestro..."

Y en ese momento, el enfermero se dijo, "si hemos de morir, muramos....pero que el Almirante apechugue primero"....y les dijo a los presentes...

- El internista está ahora mismo en el despacho...si quieren ir allí a reclamarle algo...

Dicho y hecho....los tres pacientes, avanzaron con paso firme, rápido y decidido, bufando y vociferando hasta llegar a la puerta del despacho que empezaron a aporrear con ímpetu.
El enfermero, entrecerró las puertas de la unidad para que las voces no alarmaran al resto de pacientes que intentaban dormir, y esbozó una maliciosa sonrisa de victoria que no pasó desapercibida para Paco.
El tumulto duró un rato....el que tardó el internista atrincherado en llamar a los miembros de Seguridad del hospital para que desalojaran a los tres pacientes cabreados.

Paco volvió a su habitación, se metió en la cama...e intentó descansar un poco. Sus compañeros de cuarto dormían plácidamente al igual que sus acompañantes.
Y en el feliz velo del comienzo del sueño, justo cuando Paco estaba a punto de caer rendido escuchó....un sonido....

-JU-JÁ.......UEEEEEEEEEEEEEEEEEEE

Paco despertó sobresaltado...

- CHIQUITÁN, CHIQUITITANTANTAN, QUETUN-PAN-PAN, QUETUN-PAN, QUETEPETEPE-TAN-TAN-TAN, QUETUN-PAN-QUEPEN....

Una de las acompañantes de la habitación se levantaba tambaleándose y medio dormida, buscando su teléfono móvil que al máximo volúmen, ofrecía un concierto gratuito de Chimo Bayo para todos los presentes.

- CHIQUITÁN, CHIQUITITANTANTAN, QUETUN-PAN-PAN, QUETUN-PAN, QUETEPETEPE-TAN-TAN-TAN, QUETUN-PAN-QUEPEN....
¡¡¡EX-TA-SÍ....EX-TA-NO...!!!

Finalmente tras palpar por entre las mantas y el sillón, consiguió vaciar el bolso sobre la cama y responder la llamada de teléfono.
Al descolgar, alguien preguntó...

- ¿Estás dormida?

Pregunta inteligente, si señor...

Así terminó la accidentada tarde-noche del reingreso en Medicina Interna de nuestro protagonista.
Como diría Don Anselmo (padre de Paco Penas) en más de una ocasión a su hijo: "pa mear y no echar gota"...



jueves, 1 de marzo de 2012

THE WALKING DUE







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Aquella oscura mañana, Paco Penas supo que su tiempo en la UCI tocaba a su fin. Habían sido jornadas agotadoras e interminables, encerrado en aquellas paredes cuyo único objetivo parecía el de cortar todo atisbo de claridad y luz natural...jornadas y jornadas atrincherado en una unidad que, bajo los auspicios de una calidad asistencial (por su especial carácter de "vigilancia intensiva"), le había proporcionado algo más que esa mejora en salud, que sin lugar a dudas agradecía sin tapujos.

Y es que toda moneda tiene su cara y su cruz, y esta no iba a ser menos.

Sin duda, Paco había dejado atrás el estado "crítico", y se disponía a continuar su evolución favorablemente.


Pero no dejaba de pensar que aquel "enclaustramiento terapéutico" al que había sido sometido en aquella unidad, no distaba mucho de aquél aislamiento que padeciera en Medicina Interna tiempo atrás. Y aunque "es de bien nacido, ser agradecido", no era menos cierto que la sensación de haber estado metido en una burbuja aséptica, lo habían dejado exhausto en cuerpo y soliviantado en el ánimo.


Y así, sin más...recibió el alta de UCI, y esperó pacientemente su ingreso en planta, concretamente en el lugar de sus mayores pesadillas....Medicina Interna.

La mañana dió paso a la tarde, y tras casi 8 horas aguardando, un celador lo sentó en una silla de ruedas, y procedió a trasladarlo a su nueva habitación.


Nada más salir de la UCI, Paco Penas no daba crédito a lo que sus ojos veían y sus oídos oían....una muchedumbre de gente, de todo tipo, condición, edad, clase social, raza y sexo se agolpaba entre la puerta de la que había salido y los ascensores.


A pesar de que veían como el celador se afanaba en intentar avanzar palmo a palmo, esas personas no se movían ni un triste centímetro para ceder el paso a nuestro protagonista...El ruido de la decena de conversaciones simultáneas era ensordecedor, y conforme pasaban los segundos, los decibelios aumentaban exponencialmente.


- ¿Pero de dónde sale toda esta gente? .- preguntó Paco Penas al celador.

- Es la visita de la UCI...familiares que esperan su turno para poder entrar a ver a los pacientes ingresados....

- ¿Y piensan entrar todos?...¿¿¿y gritando así???....

- Normalmente cuando entran se quedan más calladitos.- respondió el celador, sonriendo.---¡¡Por favoor!! ¡¡Dejen pasooo!!

La mayoría no parece hacer caso, incluso alguno mira de reojo al celador y a Paco, y con claro gesto de desagrado se aparta lo mínimo imprescindible para que pueda pasar a duras penas el carro...

- Parece que estuvieran esperando en una cola y no quisieran perder la vez...- resopla con resignación Paco.


Finalmente, tras unos minutos de ágil slalom, el celador logra su objetivo y llega hasta Medicina Interna....deja un sobre de radiografías sobre el mostrador de enfermería y anuncia a viva voz....

- ¡¡El ingreso de la UCI...el de la 312-2!!....Francisco Penas Cruz.

- Ese nombre me suena...-replica una voz desde el estar-...seguro que ha estado hace poco por aquí.

- Tú seguro que lo conoces- contesta con sorna el celador.- ¡¡si tú haces vida en el hospital!!..¿¿hoy también estás doblando??

- Sí....el segundo seguido....ya llevo 7 días seguidos por aquí...y hoy además me quedo de noche....

- Vaya carita que tienes...se te nota....


En ese momento asoma la cara el enfermero en cuestión, melena alborotada, barba de cuatro días (y medio) y profusas ojeras....mira a Francisco fijamente, y éste le devuelve la mirada...durante largos segundos se contemplan mutuamente como si se conocieran de muchísimo tiempo...quizás años.


- Buenos días, Fernando....

- Francisco, si no le importa...

- Eso...Francisco...

- Y mas bien son buenas tardes....

- buenas, buenas....lo que se dice buenas, no son, créame....

- Ya veo...solo hay que escuchar esta conversación para darse cuenta....


Y tras un breve intercambio de sonrisas cómplices, el enfermero responde a Paco...


- Bien, Francisco....ahora voy a verle a su habitación...bienvenido a Medicina Interna....

- Hay que joderse....-respondió con guasa Paco- ¿Dónde está la salida de emergencia?...

- La ventana es la salida más rápida, aunque no es la más recomendable...

Paco sonrió...."Lo tendré en cuenta"- respondió.


Y dicho esto tomó posesión de su nueva cama, con dos nuevos compañeros de habitación que aparentemente parecían completamente normales y anodinos...y pensó que a lo mejor su reingreso en Medicina Interna no sería tan desastrosa como su última estancia.

No, no podía serlo de ninguna manera....no había un anciano demenciado gritando, ni un toxicómano dándole la vara.


Lo que había pasado en el ingreso anterior, podría haber sido merecedor de ser inmortalizado en una novela....
No, aquella vez todo sería distinto...nada podría salir mal...


Si acaso sólo le preocupaba estar "en manos" de aquél enfermero con claros problemas de falta de sueño que se suponía debía velar por su bienestar y el de los 33 pacientes restantes de la planta aquella noche....

¿O sería tan sólo un temor infundado de su paranoica mente?