sábado, 3 de marzo de 2012

LA GENTE DE LA 307 CONTRA EL DR. NO


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Como ya le ocurriera en su anterior ingreso en Medicina Interna, Paco Penas no podía contener su estado de nerviosismo. Tras la tranquilidad (casi extrema) que había saboreado en la UCI durante todo el mes anterior, ahora se encontraba de bruces con la realidad de una planta con 34 enfermos y que en la hora punta de la tarde, acogía a casi 90 acompañantes y familiares que pululaban pasillo arriba, pasillo abajo...
Había visitantes que (para colmo) conocían a dos o tres pacientes ingresados, y se dedicaban buena parte del tiempo a deambular de habitación en habitación para visitarlos a todos.
Más que una visita, lo que se vivía en los pasillos de Medicina Interna era un Evento Social...seguramente en algunas casetas de la Feria, se agolpan menos personas que las que aquella tarde se hacinaban en el estrecho pasillo de la unidad...y seguramente en esa misma caseta de Feria el ruido era mucho menor.
Los enfermos se encontraban en un estado de estrés nada desdeñable, algunos mantenían los ojos sumamente abiertos, casi sin pestañear en lo que vulgarmente se conoce como "expresión de acojonamiento agudo", mirando a todos lados y en estado de máxima alerta por las voces y gritos de la visita de turno.
Y como era de esperar, esa noche, una vez que la marabunda abandonó la sala...nadie podía pegar ojo.
Capítulo especial merecían los pacientes de la 307...nada raros aparentemente. El único problema común en todos ellos era que no podían conciliar el sueño.
Así que solicitaron la "ayuda" del enfermero del turno de noche que con sus ojeras, su barba y su melena alborotada, se puso en contacto con el internista de guardia para consultar si podía dispensarles un "empujoncito" farmacológico para poder descansar.
Pero cruel es la vida del paciente que se encuentra en manos de un internista poco amigo de esas ayudas...
- Eso, que se lo paute su médico mañana...-contestaba el internista lacónicamente al otro lado del teléfono.

Así que el enfermero, ni corto ni perezoso, comunicaba la negativa a los pacientes de la 307...y estos se indignaban aún mas, y menos podían conciliar el sueño.

- Les puedo preparar una tila....-les decía, intentando calmar los ánimos, a lo que los tres enfermos respondían con aspavientos y malos modos, "defecándose en la prostituta progenitora" del internista de guardia que no había tenido a bien atender sus demandas.

La tensión iba en aumento. Paco Penas se acercó (en parte por su habitual prestancia a aliviar al necesitado, en parte por pura curiosidad) e intentó mediar en el "conflicto".

- ¿Qué sucede?.- preguntó al enfermero.
- Motín a bordo.- respondió entre dientes y retrocediendo poco a poco mientras las voces de los pacientes aumentaban en intensidad.
Uno de ellos, le dice al enfermero...."por lo menos me podrán dar algo para el dolor de cabeza que tengo con la escandalera de esta tarde, ¿no?"...
- Ahora mismo le pregunto al internista.

Cuando al otro lado del teléfono recibió por respuesta un nuevo "Eso, que se lo paute su médico mañana", el enfermero tragó saliva.
Madre mía...con lo sencillo que es tomar decisiones, más cuando te pagan precisamente para ello...y no estábamos hablando de una operación a corazón abierto, o de decidir entre la vida de un paciente y una amputación traumática...no....era una cefalea..
Paco Penas observaba el cuadro apoyando la espalda en la pared del pasillo, que ya a esa hora estaba a oscuras, y con los brazos cruzados.
Vió la expresión desencajada del enfermero cuando se dirigía a la 307 para comunicar la "buena nueva", y le dijo...
- Nada, ¿verdad?....que no hay manera...
- Esta noche me pasan a cuchillo los de esta habitación...-respondió sin pestañear a Paco.
- Habría que ver al médico si no pudiera dormir...
- Eso no lo veremos ni usted ni yo, Francisco...vamos, que no le vamos a ver el pelo por aquí aunque estuviese la planta en llamas...
Paco rió con timidez...
Cuando el enfermero comunicó al paciente que tampoco tendría alivio para su cabeza, temió realmente por su integridad física, y tuvo que aguantar el aguacero de improperios....
"....valiente poca vergüenza que tenéis todos aquí, porque yo te estoy pagando a tí, porque llevo venticuatro años cotizando a la seguridá sociá, pa que venga un greñúo como tú a negarme una puta pastilla de miiiiiierda...dime a quién tengo que reclamar, quiero ver inmediatamente al Jefe Supremo vuestro..."

Y en ese momento, el enfermero se dijo, "si hemos de morir, muramos....pero que el Almirante apechugue primero"....y les dijo a los presentes...

- El internista está ahora mismo en el despacho...si quieren ir allí a reclamarle algo...

Dicho y hecho....los tres pacientes, avanzaron con paso firme, rápido y decidido, bufando y vociferando hasta llegar a la puerta del despacho que empezaron a aporrear con ímpetu.
El enfermero, entrecerró las puertas de la unidad para que las voces no alarmaran al resto de pacientes que intentaban dormir, y esbozó una maliciosa sonrisa de victoria que no pasó desapercibida para Paco.
El tumulto duró un rato....el que tardó el internista atrincherado en llamar a los miembros de Seguridad del hospital para que desalojaran a los tres pacientes cabreados.

Paco volvió a su habitación, se metió en la cama...e intentó descansar un poco. Sus compañeros de cuarto dormían plácidamente al igual que sus acompañantes.
Y en el feliz velo del comienzo del sueño, justo cuando Paco estaba a punto de caer rendido escuchó....un sonido....

-JU-JÁ.......UEEEEEEEEEEEEEEEEEEE

Paco despertó sobresaltado...

- CHIQUITÁN, CHIQUITITANTANTAN, QUETUN-PAN-PAN, QUETUN-PAN, QUETEPETEPE-TAN-TAN-TAN, QUETUN-PAN-QUEPEN....

Una de las acompañantes de la habitación se levantaba tambaleándose y medio dormida, buscando su teléfono móvil que al máximo volúmen, ofrecía un concierto gratuito de Chimo Bayo para todos los presentes.

- CHIQUITÁN, CHIQUITITANTANTAN, QUETUN-PAN-PAN, QUETUN-PAN, QUETEPETEPE-TAN-TAN-TAN, QUETUN-PAN-QUEPEN....
¡¡¡EX-TA-SÍ....EX-TA-NO...!!!

Finalmente tras palpar por entre las mantas y el sillón, consiguió vaciar el bolso sobre la cama y responder la llamada de teléfono.
Al descolgar, alguien preguntó...

- ¿Estás dormida?

Pregunta inteligente, si señor...

Así terminó la accidentada tarde-noche del reingreso en Medicina Interna de nuestro protagonista.
Como diría Don Anselmo (padre de Paco Penas) en más de una ocasión a su hijo: "pa mear y no echar gota"...



3 comentarios:

Anónimo dijo...

ajjaajajjajjaj, muy bueno y enhorabuena por publicarlo al fin. ;)

Rosa dijo...

Como sienpre esto promete...

Eles dijo...

Gracias a ti Albert!!! por compartir conmigo tu sueño.... SUERTEEE!!