miércoles, 10 de octubre de 2012

THE COFIA DAY




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Aquella lluviosa tarde de octubre se estaba convirtiendo en un infierno para el personal de enfermería de Medicina Interna. Unas horas antes, las camas que habían quedado "liberadas" de sus ocupantes (unas por altas médicas y otras por "salvoconducto directo" a San Pedro), habían sido vorazmente fagocitadas por un saturado y extenuado Servicio de Urgencias, deseoso de desprenderse de un volúmen de pacientes próximo a un desastroso colapso del microsistema hospitalario.
De ahí que a partir de las 15h (hora del cambio de turno), se iniciara una frenética carrera contrarreloj para intentar "achicar agua" en la Observación que ya presentaba camillas en los pasillos a los que (como medida de "intimidad al paciente") se les brindaba unos indecorosos biombos raídos por el paso del tiempo.
Y en mitad de esa vorágine administrativa de "desvestir un santo para vestir a otro", los de siempre: enfermeros, auxiliares y celadores.
Uno de los ingresos, un sexagenario señor llamado Prudencio, quizás producto de las prisas por enviarlo a planta, llega sembrando de interrogantes la labor de la enfermera que en ese momento lo ha recibido.
- Es diabético... pero no le han puesto ninguna pauta de insulina, ni antidiabéticos orales... bufff... ¡ya empezamos!

Así que decide ponerse en contacto con el Internista de Guardia. Tras varios intentos fallidos (como siempre, el corporativo se quedó sin batería y a nadie se le ocurrió ponerlo a cargar todo el tiempo que estuvo avisando con sus "beeep", "beeeep" y su lucecita roja intermitente), por fin consigue comunicarse con él.

- Hola, te llamo de Medicina Interna... nos han ingresado en el 304-2 a un señor, Prudencio, que es diabético...y no tiene pauta de insulina.
- Ammm....¿si?... bueno, pues luego subo a ponérselo.

Tras casi una hora de espera, la situación se va complicando más. Los acompañantes de un paciente solicitan información médica... de nuevo, llamada de teléfono al Internista.

- Hola,  de Medicina Interna... los familiares del 306-1 solicitan información. Ya les hemos explicado que su médico pasa sala por las mañanas y que ahora por la tarde queda sólo el de guardia...
- Pues eso... yo estoy ocupado en Urgencias, además no conozco nada de su historia clínica.
- Ya...pero la familia insiste en que quieren que venga un médico a hablar con ellos.
- Vale, vale...en cuanto pueda subo a verlos.
- Ah, y la pauta de insulina del 304-2, también sigue pendiente.
- Sí, sí...

Transcurre otra hora sin que aparezca absolutamente nadie. Los familiares, soliviantados, comienzan a presionar al personal de enfermería con lindezas como "porque yo testoy pagando a tí", "si fuera tu padre seguro que er médico estaba aquí hasunrato", hasta los amenazantes "como le pase argo zus vái anterá". Para colmo, Prudencio comienza a tener fiebre. Nueva llamada al Internista.

- Soy yo otra vez. El de la 304-2 está con fiebre y la familia del 306-1, al borde de la rebelión.
- Si no es alérgico, ponle un paracetamol IV.
- Si, eso ya me lo imaginaba... ¿y con la revuelta que hacemos? ¿Vienes a informar o llamo a los GEOS?
- Ahora subo...oye, la insulina del ingreso... que se me había olvidado.
- Hace un cuarto de hora que se repartió la cena... tenía 188 de glucemia, así que le hemos puesto lo que normalmente dejáis prescrito como pauta "estándar"... pero sigue aquí esperando a que algún alma caritativa lo deje por escrito.
- Vale, vale, ahora lo hago.
- Por cierto, el 308-1 dice que la pastilla que le han pautado esta mañana le sienta mal y que...
-...eso, que se lo arregle su médico mañana...
- Y el 311-3 quiere que le demos algo para dormir...
- Ya sabes..."barra libre" para todos.
- Ya...ya sé...

Por fin tras casi tres horas de espera, el Internista de Guardia sube a la planta, escribe la pauta de insulina y habla durante 34 largos segundos con unos dóciles familiares que al ver aparecer al médico han cambiado las caras agrias y los gestos amenazantes por amabilidad y comprensión sin límite.

Cae la noche...Basilio despierta y comienza a gritar sus interminables "Antoniaaaaaaaaaaaaa" que traen en jaque al personal y a más de la mitad de pacientes. Llamada de teléfono al Internista de Guardia, que tarda cinco tonos en cogerlo.

- ¿Ssssssssi? - con voz de sueño.
- Hola, te llamo de Medicina Interna... es por Basilio, que ya está con sus gritos.
- ¿Le habéissss... puesto algo? - suena un bostezo.
- Pues aunque es su quinto ingreso en dos meses y siempre está agitado por las noches, a nadie se le ha ocurrido dejarle nada pautado, fíjate que curioso...
- Vale...ummm...ponle....ummmm....¡¡ooooooAAAAAaaaaaaaAAAAh!!!...ponle...mmm....medioooo haloperidol....y si no se le pasa, le pones otro medio...y a partir de las 4 no me llames que le toca al otro internista, que él decida qué le ponéis.
- Ok...

Al día siguiente, la planta amanece como si fuera un campo de batalla...pacientes ojerosos que apuran hasta el reparto de los desayunos para conciliar alguna triste hora de sueño reparador, ya que Basilio se quedó dormido casi a las seis de la mañana.
En el despacho médico, una internista con melena alborotada, numerosos aspavientos y dando gritos, despotrica sobre las enfermeras de la planta:

- ¡Claro!...¡dormidos que están todos los pacientes!  ¡es que el personal de enfermería se cree que son paramédicos y pueden poner la medicación que les salga de las pelotas! ¡A saber qué le han metido esta noche a Basilio para que esté tan dormido!
- Lo que dijo el de guardia - apunta una enfermera que pasaba por ahí.
- ¡Y una leche! ¡Que ya nos conocemos todos!

¡ Y tanto que nos conocemos!...pero como diría el sabio Don Anselmo:
"A nadie le huele su propia mierda...y si encima viene otro a limpiarte el culo, qué quieres que te diga: ASÍ DA GUSTO CAGARLA".

(Salud y Feliz The Cofia Day para todos)

martes, 2 de octubre de 2012

JUEGO DE TRONOS




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Tras la frenética jornada de persecución de hormigas a lo largo y ancho de los pasillos de Medicina Interna, parecía que la paz se asentaba por fin en la unidad. Lejos parecían quedar las carreras, avisos telefónicos y llamadas al orden de aquella caótica mañana en que esos dichosos y diminutos insectos de seis patas habían puesto en jaque a la flor y nata del gremio de Mantenimiento del hospital.
Se presentaba pues, un día relativamente tranquilo (y digo relativamente, porque no olvidemos que en Medicina Interna, nada es relativo...mas bien correlativo, es decir, "una detrás de otra").
Pero hablar de tranquilidad en las entrañas de esa unidad, era como hablar de lucidez en Leticia Sabater, o de rigor informativo en Intereconomía...un espejismo.
Al cabo de unas horas, Paco Penas y Seymour recibían el ingreso de un nuevo y temido "inquilino": el anciano Basilio, aún más desmejorado que de costumbre, y que (de momento) no parecía venir dispuesto a "dar la noche" con sus interminables gritos en plena madrugada. Al contrario, parecía bastante tranquilo y sosegado, hasta el punto de dedicarle una simpática sonrisa a Paco Penas...¿lo habría reconocido?.
Tras acomodarse en la habitación, Antonia, la hija de Basilio, se dispuso a afrontar una larga noche provista de un cuadernillo repleto de sudokus a medio hacer, un mp4 donde tenía la discografía completa de Isabel Pantoja, Mocedades, Juan Pardo y "algo más movidito" como Karina y Luis Aguilé, y un ejemplar del libro "El highlander seducido", novela romántica en cuya portada un musculoso, rasurado y bravo highlander de masculina falda escocesa prometía todo tipo de fantasías durante esas horas a la pudorosa y remilgada Antonia.
Pero cuál fue su sorpresa cuando descubrió que en la habitación había tres enfermos, tres camas, tres acompañantes....y sólo dos sillones, ya ocupados por Pepi (la esposa de Paco Penas), y por Mildred (joven amante bandida de Seymour...mas bien amante de su cuenta corriente).
Así que con las manos ocupadas por el mp4, el libro y el cuadernillo de sudokus, y mirando hacia todos los rincones habidos y por haber de la 312, finalmente preguntó.
- ¿Y mi sillón?
- La están arreglando. Se la llevaron esta misma mañana- respondió Paco Penas.
- ¿Y ahora dónde me siento? ¿Dónde me echo la cabezadita?
Ante la callada por respuesta de los presentes, Antonia, ni corta ni perezosa (bueno, algo perezosa sí), salió al pasillo de Medicina Interna en busca de un sillón sin dueño. Y así entró en la 311, donde solo había dos enfermos con sus acompañantes, y tres sillones.
- Disculpen....¿aquí sólo hay dos enfermos ingresados?
- Sí...-respondió una de las acompañantes con extrañeza- ¿Por qué?
- Porque no tengo sillón en mi habitación, así que me la llevo...
- Aaaaah, nonononononono....ese sillón se queda aquí.
- Pero si no lo está utilizando nadie...
- Bueno, pero igual lo utiliza mi niño Adonai que tiene que venir a ver a su abuela
- Señora, son casi las once de la noche...ya no hay visita.
- ¿¿Cómo que no?? ¿¿y eso dónde está escrito??
- En un cartel a la entrada de la planta
- ¡¡Pues yo nunca he visto ese cartel!!
Antonia, tomó por los reposabrazos el sillón, y empezó a arrastralo con pesadez hacia fuera de la habitación, pero la señora con la que había estado discutiendo, dio un prodigioso salto y agarró el sillón por el respaldo.
- ¡¡Que no se lleva el sillón, lesheeeeeeeeeee!!
- ¡¡Suelta, maharonaaaaaa!!
Ambas se enzarzaron en una igualada contienda...tan pronto el sillón avanzaba hacia la salida de la habitación como volvía a retroceder la distancia recorrida en una sinfonía de bufidos, maldiciones, exabruptos y chirriar de patas en el suelo.
Tras varios minutos de tiras y aflojas, la madre de Adonai blandió sobre su cabeza su bolso de imitación de charol de leopardo marca "Guchi" (sic) y tras dar dos vueltas en el aire para tomar impulso, cual David enfrentándose a Goliat, lanzó el susodicho hacia la cabeza de Antonia, que echando hacia atrás su cuerpo (al más puro estilo Mátrix) esquivó el proyectil con destreza, para luego responder arrojando su cuadernillo de sudokus. El impacto del canto del cuadernillo (en su parte puntiaguda), provocó el desconcierto en su oponente, momento que aprovechó Antonia para arrebatar el preciado trono a los habitantes de la 311.
-....japutaaaaaaaaaaaa!!! - se oía desde las oscuras profundidades de la habitación- ...comotecojaenmibarriotevacagápol-lajpatabajooooo!!!!
Antonia, satisfecha por el botín, colocó el sillón junto a la cama de Basilio. Se sentó, encendió su mp4 y comenzó a escuchar "Amor de hombre" de Mocedades mientras abría las primeras páginas de "El highlander seducido"...pero cuando quiso poner las piernas en alto, reparó en que no tenía banqueta de pies. Miró a un lado y a otro, y tras comprobar que cada uno de los enfermos tenía su sillón y su correspondiente banqueta de pies, preguntó:
- ¿Y la banqueta?
- Arreglándose también...-contestó Paco Penas.
- ¿Y ahora dónde apoyo los pies?
- Ay, Dios....